La UPSA distinguió con el grado de Doctor Honoris Causa al Rector de la Universidad de Navarra (España), Alfonso Sánchez-Tabernero. En esta sección ofrecemos el discurso que el homenajeado ofreció en la ocasión.
La Rectora de la UPSA, Lauren Müller de Pacheco, explicó que el Consejo Académico decidió el pasado 19 de abril, mediante la Resolución Rectoral 007/2018, aprobar la propuesta del Directorio de la Fundación UPSA de realizar esta distinción, que está reservada para las personas que sobresalen por sus actos positivos y aportes institucionales extraordinarios.
“Por su calidad intelectual y humana, usted no dudó un instante en compartir con nosotros de manera entusiasta y desinteresada las riquísimas experiencias que han situado a la Universidad de Navarra como la mejor Universidad privada de España. Por ello, con su valioso concurso, confiamos cumplir en justa manera nuestro cometido de formar élites de hombres y mujeres preparados para cambiar el presente por un mañana mejor”, afirmó Lauren Müller.
En otra parte saliente de su discurso, la Rectora de la UPSA, dirigiéndose al homenajeado, manifestó: “Desde hoy, usted forma parte de un selecto grupo de personas que han venido escribiendo las páginas de la historia de esta Universidad. Muchas gracias por su apoyo a la UPSA y por haber aceptado este reconocimiento con humildad y sabiduría”.
Al hacer uso de la palabra, el presidente del Directorio de la Fundación UPSA, Carlos Díaz, resaltó que “la educación es una responsabilidad del ser humano para con el ser humano, es la responsabilidad de forjar valores y principios, y crear sendas para transitar el camino del desarrollo sin limitaciones. Es responsabilidad nuestra luchar por la preservación y desarrollo de la libertad, igualdad, tolerancia y respeto, valores que bajo su alero serán transmitidos de generación en generación a través del proceso educativo. Esta mañana, Señor Rector, saludamos y reconocemos en su ilustre persona las aptitudes y dotes especiales que simbolizan y explican la concesión del Doctorado Honoris Causa a su honorable persona”.
Por su parte, el homenajeado, tras recibir la resolución y correspondiente medalla que certifican el grado de Doctor Honoris Causa por la UPSA, compartió las siguientes palabras con el auditorio:
Es un honor poder estar hoy aquí con ustedes y recibir esta distinción por la que entro a formar parte del claustro de profesores de la Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra.
Hace unos meses tuve el placer de recibir en Pamplona a destacados miembros de esta Universidad, encabezados por el Presidente de la Fundación y la Rectora, y desde el primer momento me impresionó su pasión por la tarea universitaria, el prestigio de sus estudios, el gran reconocimiento de sus antiguos alumnos y el extraordinario compromiso de todos los profesionales. Son algunos de los muchos rasgos coincidentes con la Universidad de Navarra y que hacen que hoy me sienta realmente como en casa. Pienso que este reconocimiento tiende un nuevo puente intercontinental entre ambas instituciones: confío en que pueda ir fortaleciéndose en los próximos años con colaboraciones asiduas en muy variados ámbitos académicos.
Cuando la Rectora me comunicó que la Fundación de la Universidad Privada de Santa Cruz había resuelto otorgarme el doctorado honoris causa, entendí que no se debía a ningún mérito personal, sino que esa distinción suponía un reconocimiento a la trayectoria de la Universidad de Navarra, que en este momento me corresponde dirigir.
Por este motivo, en mi discurso de agradecimiento querría centrarme en una cuestión que considero de interés común para quienes trabajamos en el mundo de la educación superior. Me gustaría responder a las siguientes preguntas: cómo debe ser la universidad excelente del futuro, qué respuestas puede ofrecer el mundo universitario a los desafíos e inquietudes de nuestra sociedad y cómo se puede construir lo que Roche denomina una “universidad singular”[1]. Para proporcionar algo de luz en esta tarea voy a servirme de las experiencias de la universidad en la que trabajo desde hace 25 años.
La Universidad de Navarra fue fundada por San Josemaría Escrivá en 1952 y cuenta ahora con 12.000 alumnos, 5.000 empleados, un presupuesto consolidado de casi 500 millones de euros y campus en Pamplona, San Sebastián, Barcelona, Madrid; además de la mano de nuestra escuela de negocios, disponemos también de unas pequeñas sedes en Nueva York y Munich.
Aunque somos una universidad joven, frente a los 800 años que celebra este año la Universidad de Salamanca -de donde soy originario, por cierto- considero que es un tiempo suficiente para poder compartir con ustedes algunos rasgos o ideas que pueden ayudar a gobernar una universidad que pretende estar en la vanguardia de la educación superior.
Una buena universidad debe tener, en primer lugar, un gran proyecto educativo, una misión a largo plazo. Sin unos principios básicos, los centros educativos se comportan de modo errático porque carecen de una brújula que les ayude a llegar a su destino. La misión debe ser magnánima y de largo recorrido, con un marcado ánimo de servir a la sociedad. Siempre me han parecido inspiradoras las palabras de San Josemaría Escrivá, que en el Aula Magna de nuestra universidad nos decía hace casi medio siglo: “…la universidad no puede vivir de espaldas a ninguna incertidumbre, a ninguna inquietud, a ninguna necesidad de los hombres. No es misión suya ofrecer soluciones inmediatas”[2]. Pero al estudiar con profundidad científica los problemas, remueves también los corazones, espolea la pasividad, despierta fuerzas que dormitan y forma ciudadanos dispuestos a construir una sociedad más justa.
Actualmente la Universidad de Navarra ocupa el octavo lugar de Europa en el ranking de docencia del Times Higher Education Supplement, y está ubicada en el puesto 48 del mundo en el ranking QS de empleabilidad. Con todo, estoy persuadido de que más importante que una buena posición en esos rankings -siempre difícil si consideramos que en el mundo hay más de 25.000 universidades-, es la coherencia con la propia misión. El proyecto educativo de la Universidad de Navarra se basa en las grandes propuestas del pensamiento cristiano, que está en la base de la cultura occidental.
Nuestra ilusión es ser fieles a este proyecto con el fin de proporcionar el mejor servicio posible a la sociedad.
Casi todas las instituciones nacen con pocos recursos. Pero pueden llegar lejos si están impulsadas por un grupo de pioneros que trabajan con espíritu épico. Como en toda empresa, es preciso empezar desde abajo, poco a poco, pero con una meta clara. Pienso ahora en los comienzos de nuestra Universidad, a la que, a comienzos de los años cincuenta, llegaron ocho profesores jóvenes con la intención de poner en marcha una iniciativa universitaria. Eran los años de la postguerra española, llena de penurias y dificultades. Esos pioneros comenzaron en Pamplona la facultad de Derecho con 48 alumnos y una ayuda de 600 euros que la autoridad provincial, concedió –de acuerdo con los documentos de la época- “por dos años y a prueba”. Unas décadas más tarde, parece evidente que el coraje y la audacia tienen más valor que los medios económicos.
Como advierte Ginsberg, la universidad del futuro debe tener un proyecto inspirador, sin rigideces burocráticas que le lleven a olvidar su verdadera razón de ser[3]. La universidad debe estar centrada en los alumnos. Suelo insistir a los que trabajamos en la Universidad de Navarra que cada día debemos pensar qué más podemos hacer para que nuestra institución sea uno de los mejores lugares del mundo para estudiar. Los verdaderos maestros son aquellos capaces de motivar, exigir y guiar. Los estudiantes crecen cuando sus profesores les ayudan a saltar los obstáculos, cuando les hacen ver que tienen un futuro lleno de oportunidades y que sólo serán felices si se empeñan en que otras muchas personas también lo sean. Los verdaderos maestros, en definitiva, muestran a sus alumnos que su futuro trabajo, realizado del mejor modo posible, es una excelente palanca para transformar la sociedad. Expresaba mejor estas ideas el primer Gran Canciller de la Universidad de Navarra cuando nos decía: “es necesario que la Universidad forme a los estudiantes en una mentalidad de servicio: servicio a la sociedad, promoviendo el bien común con su trabajo profesional y con su actuación cívica. Los universitarios necesitan ser responsables, tener una sana inquietud por los problemas de los demás y un espíritu generoso que les lleve a enfrentarse con estos problemas, y a procurar encontrar la mejor solución. Dar al estudiante todo eso es tarea de la Universidad”[4].
No hay excelencia académica sin una apuesta decidida por la investigación. Es necesario destinar recursos abundantes para que la universidad esté en la frontera de la ciencia en el origen de los cambios sociales y culturales. Las ciencias sociales, las humanidades, la tecnología, las ciencias experimentales y cualquier otro ámbito del saber plantean nuevos desafíos que es preciso afrontar con rigor, con tenacidad y, en muchos casos, con una perspectiva multidisciplinar.
La universidad debe ser sensible a las necesidades de los empleadores. Hay que escucharles, aunque conviene no perder de vista que la empresa y la educación superior tienen ritmos distintos. Los directivos y los gerentes proporcionan información útil sobre demandas inmediatas del mercado, que pueden ayudar al enfoque de algunos programas académicos. Pero los empleadores potenciales no suelen sugerir que los alumnos lean a Tolstoi, escuchen a Mozart o visiten las grandes joyas del barroco. La universidad debe preparar alumnos para el trabajo de mañana y también para el trabajo de dentro de 40 años. La mejor preparación para los empleos del futuro es formar alumnos cultos que son siempre las personas con más capacidad de seguir aprendiendo; y por tanto se convierten en los profesionales más adaptables a los cambios que experimenta de modo continuo el mundo del trabajo.
La universidad debe ser innovadora -Fayolle y Redford la denominarían “emprendedora”[5] – y poco resistente al cambio. No puede estar anclada a los modos de hacer del pasado; debe estar siempre dispuesta a renovar métodos docentes, planes de estudios y sistemas de trabajo… que ayuden a la formación de los estudiantes.
Las mejores universidades poseen una perspectiva internacional, están abiertas al mundo, ven en la diversidad lingüística, étnica y cultural una riqueza, no un problema. Con este enfoque, es posible preparar a profesionales que trabajarán en un mundo global. A la vez, es preciso que la universidad esté arraigada en su propia cultura, comprometida con su entorno más próximo, porque sólo quien tiene raíces profundas puede crecer y llegar lejos.
En la universidad nunca faltan las contrariedades. Tampoco es posible evitar siempre los errores ni conseguir que todo suceda como nos gustaría.
Pero no resulta útil hacer listas interminables de problemas ni atemorizarse cuando llega la tormenta. En cambio, una universidad avanza cuando existe una cultura interna de optimismo y esperanza, cuando los profesores, investigadores y directivos se fijan más en los éxitos y en las oportunidades que en los fracasos y en las dificultades.
La selección y formación de los profesores constituye uno de los aspectos directivos más relevantes de una institución educativa. Es preciso que quienes se incorporan a un proyecto universitario posean excelente preparación técnica y un alto grado de compromiso con los valores de la institución. Así es posible integrarse en un equipo, realizar un trabajo colaborativo, unir fuerzas para lograr un fin común.
Se facilita así la perspectiva multidisciplinar, que como señalaba Newman en su famoso ensayo “La idea de la Universidad” constituye la base del avance científico y de la formación de los estudiantes[6]. De modo individual quizá se camine más rápido, pero trabajando en equipo es posible llegar más lejos.
Magnanimidad, trabajo en equipo y amigos. Las universidades necesitan el apoyo de muchos amigos; en primer lugar de los antiguos alumnos. Es preciso seguir en contacto con ellos a través de formación continua, asesoramiento profesional o encuentros de carácter más informal. Y también hay que cultivar la amistad con todas aquellas personas o instituciones con las que se compartan valores y proyectos. Con esa ayuda se pueden alcanzar resultados insospechados.
Tengo que terminar. Quiero agradecer, en mi nombre y en el de la Universidad de Navarra, a la Rectora de la Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra y al Presidente del Directorio de la Fundación de la Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra, así como a todas las autoridades universitarias la distinción de este doctorado Honoris Causa.
Confío que sirva para seguir fortaleciendo la relación entre dos instituciones que comparten su pasión por la misión universitaria y su decidida apuesta por servir a la sociedad. Muchas gracias.
Perfil Alfonso Sánchez-Tabernero
Salamanca, 17 de septiembre de 1961. Es catedrático de Empresa Informativa, y actualmente rector de la Universidad de Navarra. Su familia tiene una de las ganaderías de toros de lidia más famosa de España.
En 1991 es profesor y Vicedecano en la Facultad de Comunicación de la Universidad del País Vasco.2 De regreso a Pamplona, entre 1996 y 2005 fue decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, y en 2007 obtuvo la habilitación de Catedrático. Ha sido Presidente de la European Media Management Education Association (1998-2004)
Ha escrito más de 10 libros sobre Empresa Informativa, el último libro publicado ha sido “Innovación en los medios: la ruta del cambio”.
Datos de la Universidad de Navarra
- Cuenta con cinco campus: Pamplona, San Sebastián, Madrid, Nueva York y Barcelona
- Imparte 35 grados oficiales, 13 dobles grados y más de 38 programas máster en 14 facultades, dos escuelas superiores universitarias, 17 institutos, su escuela de negocios IESE Business School, ISSA (School of Management Assistants), ILCE (Instituto de Lengua y Cultura Españolas) y otros centros.
- Población: Profesores 900, Empleados 669, Estudiantes 11.180 (25% Internacional)
- Cuenta con la Clínica Universidad de Navarra, que con 2045 trabajadores atiende a más de 100.000 pacientes al año. Desde el 2004 cuenta con el Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA)
- En 2010 creó el Instituto Cultura y Sociedad (ICS), su centro de investigación en humanidades y ciencias sociales.
- Tiene además un importante Museo y foro de artes escénicas considerado el 8° mejor museo de Europa, con una colección que incluye obras de Pablo Picasso, Wassily Kandinsky y Mark Rothko, entre otros autores.
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- [1] Mark W. Roche. “Realizing the Distinctive University: vision and values, strategy and culture”. Notre Dame University Press.
- [2] San Josemaría. Discurso en la investidura de Doctores Honoris Causa en la Universidad de Navarra (7 de octubre de 1972).
- [3] Benjamin Ginsberg. “The fall of the Faculty”. Oxford University Press 2011
- [4] San Josemaría. “Conversaciones” n.73. Rialp.
- [5] Alain Fayolle and Dana T. Redford. “Handbook on the Entrepreneurial University”. Edward Elgar 2014
- [6] J.H.Newman. “The Idea of the University”