En un mundo donde el consumismo desenfrenado y la contaminación ambiental parecen inevitables, surge Mamut, una iniciativa que desafía las convenciones establecidas y promueve la sostenibilidad.

Manuel y Antonio Laredo, los visionarios detrás de esta gran apuesta, realizaron sus estudios universitarios en Europa, con la idea muy clara de retornar a Bolivia para crear algo innovador. Es así que, inspirados por los valores inculcados por sus padres sobre el desarrollo consciente, vieron en la sostenibilidad una herramienta no solo para preservar el medio ambiente, sino también para crear un negocio competitivo y cercano a la sociedad.

“No nos imaginamos una empresa que no tenga un rol en la comunidad,” dice Antonio, subrayando la esencia del triple impacto que caracteriza a Mamut. Este enfoque, que equilibra lo económico, social y ambiental, ha sido el motor impulsor de su éxito.

Pero Mamut no nació en un laboratorio de alta tecnología ni en una oficina. Su origen es mucho más modesto y entrañable: “Comenzamos haciendo nuestro prototipo en la cocina de nuestra casa,” recuerda Antonio con una sonrisa nostálgica. En esta etapa inicial se incorporó al equipo, Ronald González, juntos se atrevieron a soñar en grande, descubriendo un gran potencial de convertir llantas botadas en pisos sostenibles, marcando el comienzo de una empresa que promete cambiar el mundo, piso a piso.

Por supuesto, el camino de la empresa estuvo lleno de desafíos. Desde ganar la confianza de proveedores hasta asegurar el financiamiento inicial, cada paso fue una lección de perseverancia. “Recuerdo la cantidad de papeles que llenamos para que el banco nos diera nuestro primer crédito,” menciona, evidenciando el arduo camino recorrido. Sin embargo, con el apoyo de su mentor, Jorge Velasco, superaron estos obstáculos iniciales y avanzaron hacia nuevas metas.

La expansión en Bolivia, la crisis del Covid – 19 y el reto de la internacionalización fueron pruebas de fuego que forjaron el carácter resiliente de la empresa. “Nuestro gran desafío es la expansión internacional,” comenta lleno de optimismo, a tiempo de señalar que están listos para captar nuevos mercados.

Para Mamut, el presente es siempre el mejor momento para actuar. La creación de empresas con modelos de negocios circulares no solo es viable, sino necesaria. “Siempre es un buen momento para arriesgar, ser creativos y, por supuesto, emprender,” afirma Antonio, convencido de que la clave está en identificar problemas y resolverlos de manera innovadora, siempre generando valor para el cliente.

Los valores que guían a esta gran empresa, como “rocas inamovibles” que aseguran su integridad y éxito son: #ActuarEnVezDeHablar. #HacerMuchoConMuyPoco reflejando la esencia de la economía circular y la eficiencia en el uso de recursos. Y, finalmente, #Digitalización y #Autoaprendizaje subrayan la importancia de adaptarse y aprender constantemente en un mundo digital en constante cambio.

En 10 años de operaciones, Mamut ha logrado valorizar más de 3.3 millones de kilogramos de caucho que son más de 826 mil llantas recicladas capturando carbono equivalente a 120 mil árboles, todo esto ha significado un cambio positivo a la vida de más de 2.1 millones de personas.

Sin duda, la historia de esta gran iniciativa es una crónica de sueños forjados en la adversidad, de una visión que transforma desafíos en oportunidades. Con cada piso reciclado, con cada ciudad impactada, Mamut redefine lo que significa ser una empresa en el siglo XXI, recordándonos que la verdadera innovación radica en hacer del mundo un mejor lugar, para todos.

Conoce más sobre el Grupo Mamut, ingresando a: https://grupo-mamut.com/

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