Artículo de opinión de Juan Pablo Saucedo Vidal Ejecutivo del Observatorio de Diversificación de Santa Cruz Innova
Las sustanciales transformaciones que experimentó el sector logístico a nivel mundial como resultado de la pandemia del COVID-19 obligan al país a digitalizar sus procesos de comercio exterior. Y, aunque es más fácil decirlo que hacerlo, se cuenta con algunas certezas de cara al 2021: el transporte aéreo de carga y las cadenas de frío serán más relevantes que nunca (para el transporte de las vacunas), y si en 2020 los alimentos fueron la prioridad después de los equipos e insumos médicos, no hay razones para esperar que la figura cambie este año.
Frente a ese contexto, los indicadores previos no son favorables: Bolivia se ubica por debajo del promedio latinoamericano en el Índice de Desempeño Logístico del Banco Mundial (2,4 sobre un total de 5 puntos, versus los 2,8 de la región). Adicionalmente, la última Encuesta Nacional Logística (2019) indica que el costo logístico en relación a las ventas del país es del 18% versus un 15% en Latinoamérica. En pocas palabras: la logística es más ineficiente y más cara desde Bolivia.
Aunque estas cifras tienen su explicación en la evidente deficiencia de la infraestructura para el transporte, un obstáculo relevante está vinculado a los trámites administrativos propios de las entidades públicas que intervienen en el comercio exterior del país. Es aquí donde aparecen las soluciones digitales.
Una tecnología que está en pleno auge es la cadena de bloques o blockchain que posibilita el manejo de documentación y pagos pertinentes a las operaciones de comercio exterior de forma digital y encriptada (no se modifica nada sin autorización), cubriendo toda la cadena logística y permitiendo una trazabilidad en tiempo real a los involucrados: exportadores, importadores, empresas de transporte, entidades públicas, entidades financieras, u otro que se considere oportuno.
En ese sentido, un primer paso para utilizar blockchain sería la consolidación y normalización –de una vez por todas– de una Ventanilla Única de Comercio Exterior (VUCE), solución que permitiría agilizar las operaciones entre las entidades que aprueban documentación para exportar o importar en un mismo lugar.
Otros recursos digitales con mucho potencial son las plataformas de conexión entre los operadores, las bolsas digitales de carga que permiten un correcto aprovechamiento de los medios y unidades de transporte, o las aplicaciones que permiten hacer el tracking de la carga en todo momento. Por otro lado, las soluciones digitales destinadas al comercio exterior contribuirían a que más empresas puedan alcanzar certificaciones como la del Operador Económico Autorizado (OEA) y coadyuvarían a que el país mejore sus niveles de cumplimiento del Acuerdo de Facilitación de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Es por tanto una obligación del Estado, mirar hacia las nuevas tecnologías para su comercio exterior. Ya no es opcional porque el contexto así lo demanda. La conexión con las startups del sector logístico puede ser clave en ese sentido ya que éstas pueden dirigir sus soluciones al ámbito del comercio exterior. Se dice que una buena logística hace que el mundo parezca pequeño, pues una logística digitalizada lo reduce a la palma de la mano.