Marcela Escobari, investigadora principal de Brookings Institution en Washington DC, fue parte del Foro Económico 2019 de CAINCO. En esta entrevista habla sobre las capacidades que tienen las ciudades para convertirse en polos de desarrollo, promoviendo industrias complejas con talento humano capacitado e instituciones requeridas para el éxito.
Como cada año, este 2019 la Cámara de Industria, Comercio, Servicios y Turismo de Santa Cruz (CAINCO) llevó adelante su Foro Económico, un evento que ya ha ganado reconocimiento por la calidad de expositores y panelitas que forman parte de él y porque durante el mismo se debaten temas sobre la economía del país, generando propuestas para el crecimiento y desarrollo de Bolivia que sirven como base para que los líderes gubernamentales, empresariales y otros actores de la sociedad civil puedan concertar políticas económicas y sociales.
En ese sentido, el Foro Económico 2019 “Ciudades Productivas: La Metrópolis Posible”, reunió a conferencistas internacionales que analizaron el gran desafío de hacer ciudades más productivas y competitivas, puesto que en el mundo son las ciudades las que concentran la generación de producción y riqueza: el 80% del PIB total mundial se produce en centros urbanos según el Banco Mundial.
En la ocasión, una de las invitadas fue Marcela Escobari, investigadora principal de Brookings Institution en Washington DC, el think tank más reconocido a nivel mundial, que estuvo hablando sobre emprendimientos urbanos. Escobari dirige la iniciativa Workforce of the Future y recientemente lanzó un informe sobre “Ciudades en crecimiento que trabajan para todos”. La iniciativa ayuda a las ciudades y empresas a proporcionar movilidad ascendente a sus trabajadores al ayudarlos a planificar los cambios económicos y las habilidades necesarias para el éxito. A continuación, compartimos una entrevista con ella para profundizar la temática.
Según su experiencia ¿cuál cree que es una estrategia adecuada para que las ciudades puedan ser polos de desarrollo en el siglo XXI?
Hay mucho que las ciudades pueden hacer, puesto que son los verdaderos polos del crecimiento. En las ciudades es donde las personas viven, se aglomeran las capacidades, y surgen las industrias complejas.
Hay varias tendencias globales que impactan la competitividad de las ciudades. Estas incluyen: la volatilidad de los precios de las materias primas, la transformación de los empleos con nuevas tecnologías, y la des-industrialización prematura en países en desarrollo. En el último punto me refiero a la nueva tendencia en la que los países comienzan a perder empleos industriales y se convierten en economías intensivas en servicios, pero sin antes haber visto los beneficios en ingresos, que experimentaron otros países durante su industrialización.
Las ciudades pueden enfrentar estas tendencias con tres prioridades específicas: 1) promover industrias complejas que proporcionen buenos empleos; 2) crear el talento humano necesarios para esas industrias complejas; y, 3) establecer las instituciones y las capacidades específicas requeridas para que estas industrias tengan éxito y para que los ciudadanos encuentren y se desempeñen en un empleo con buenas condiciones de salud, vivienda asequible, transporte, cuidado de niños, etc.
Varias publicaciones relevantes de organizaciones internacionales y académicos apuntan a un cambio importante en la naturaleza de los trabajos. ¿Qué tan apremiante puede ser este aspecto para ciudades en economías emergentes y qué se debe hacer al respecto?
Sin duda, el trabajo está cambiando. Y aunque la transformación se observa en los países industrializados, los cambios nos afectarán a todos. Por ejemplo:
- La automatización, la globalización, la digitalización están cambiando la naturaleza de los empleos, las tareas dentro de las ocupaciones; y las ocupaciones dentro de las industrias. Habrá menos secretarias y operadores telefónicos (call centers) que requerirá la industria aseguradora, pero necesitará más administradores y analistas de datos.
- Incluso en los países en desarrollo con mano de obra barata, estas tecnologías que ahorran en mano de obra están entrando a nuestro ecosistema; como la banca móvil y el chequeo automático en los aeropuertos. Call-centers y la terciarización de servicios rutinarios, que eran industrias en crecimiento en países en desarrollo, especialmente en la India y parcialmente América Latina, están en riesgo de desaparecer con el avance de la inteligencia artificial.
- Para competir globalmente, las empresas deben adaptarse rápidamente a las expectativas de los clientes de clase mundial: como entrega oportuna, el acceso digital a servicios, etc. La necesidad de habilidades digitales está afectando a todos los trabajos calificados y no calificados.
De hecho, dos investigadores, Carl Frey y Michael Osborn han realizado algunos de los análisis más serios sobre qué ocupaciones serán automatizadas. Identifican como algunas de las que están en mayor riesgo a los asistentes administrativos, tabuladores de datos, cajeros, oficiales de crédito, secretarios legales, e incluso las modelos de ropa.
En este contexto, ¿qué políticas públicas se requieren? Debemos invertir en educación, primaria y post secundaria, apalancando el uso de tecnologías ya existentes. Todos los ciudadanos, sin importar su edad, tendrán que participar en aprendizaje continuo. Las empresas deben utilizar el acceso ubicuo a la tecnología para mejorar e innovar dentro de nuestras industrias, aumentar la productividad y adaptar sus servicios a las necesidades de una base de consumidores local y global.
Una de las cuestiones más desafiantes en las estrategias de desarrollo es apuntar a las industrias que podrían ser exitosas. ¿Cómo se puede focalizar o apuntar de forma más acertada a estas industrias? ¿Qué experiencias tenemos de ciudades que hayan adoptado una estrategia selectiva como esta?
La clave es entender que no hay 5 industrias atractivas a las que todos tenemos que apuntar. Cada ciudad tiene un conjunto de industrias exitosas que dependen de las capacidades existentes como ser talento humano, procesos aduaneros eficientes, buenas redes de transporte, buen sistema legal en todo nivel de gobierno, buenas universidades o investigación y desarrollo en nuevas tecnologías.
Las industrias para apuntas- tienen que ser factibles o que exigen capacidades similares a las existentes, y más complejas o que impliquen un alza en las capacidades, creando industrias cada vez más sofisticadas.
Por ejemplo, Corea del Sur mejoró su competitividad en la manufactura, trajo inversión extranjera, aprendió de compañías extranjeras y aumentó la complejidad de las nuevas compañías locales- primero como suplidoras y eventualmente los empleados de estas empresas crearon sus propias empresas locales. O, en los Estados Unidos, Nashville utilizó su atractivo cultural como un centro de música para atraer talento. También diversificó su economía fuera de la manufactura, en seguros y servicios financieros que la hicieron más resilientes cuando las industrias manufactureras tuvieron dificultades. En América Latina, Monterrey y Medellín han visto importantes transformaciones en este sentido.
Usted editó el libro In the river they swim: Essays from around the world on enterprise solutions to poverty. A la luz de esa experiencia, ¿cuál cree que es la mejor forma de que el sector privado contribuya al crecimiento y desarrollo?
El sector privado es en potencia el motor del crecimiento.
De hecho, para que las empresas sean una fuerza positiva para el desarrollo, deben estar en comunicación franca y continua con los gobiernos en todos sus niveles sobre las necesidades públicas específicas que se requieren para que tengan éxito. Eventualmente es la única manera de crear más y mejores empleos de manera sustentable.
No se trata de impuestos más bajos o subsidios para hacerlos más rentables, sino de las capacidades que necesitan para ser más productivos como la inversión en investigación en mejora de procesos y productos, educación y capacitación para la producción, infraestructura adecuada o colaboración en la atracción de la inversión extranjera.
El gobierno no puede conocer y proporcionar estos insumos públicos si la comunicación no es clara y específica. Cuantos más espacios de interacción con objetivos comunes existan, más probabilidades habrá de que la regulación y las inversiones del gobierno sean productivas. Por ejemplo, en la capacitación a la fuerza laboral, las empresas pueden aportar conocimientos sobre habilidades especializadas, proporcionar capacitación a los capacitadores, mientras que el sector público puede proporcionar infraestructura física y digital para brindar capacitación a gran escala.
En dicha publicación, usted aporta un capítulo sobre globalización. En una era en la que el proteccionismo parece emerger nuevamente, ¿por qué cree que la mundialización ha vuelto a ser una opción? Y, ¿qué faltó para que la globalización pueda mostrar plenamente sus beneficios y no generar una impresión negativa?
La globalización permitió que muchos países en desarrollo puedan estar en las cadenas de suministro de industrias internacionales más complejas, ya que la logística se volvió más barata para transportar bienes en todo el mundo y los procesos de producción se internacionalizaron.
Así, más países pueden participar en la producción de bienes complejos: un avión Airbus A380 se compone de cuatro millones de piezas que vienen de 30 países. La globalización ha permitido que las tecnologías se difundan más rápidamente, como ser tecnologías de información y banda ancha, lo que llevó a la aparición, por ejemplo, de call-centers en todo el mundo, creando miles de empleos.
En los países desarrollados, la manufactura decreció cuando se fue a países con mano de obra más barata, lo cual llevó a los trabajadores que tenían poca protección a perder sus empleos. En EE. UU. los empleos medianamente calificados en la industria han disminuido, los salarios se han estancado y la clase media se ha erosionado en la mayoría de las ciudades estadounidenses. Actualmente, en los EE. UU., apenas la mitad de los niños serán más ricos que sus padres. En 1940, 90% de los niños ganarían más que sus padres. Este descenso de movilidad económica y oportunidad creó un rechazo ante la globalización hacia políticas más nacionalistas que vemos hoy en día. A medida que la economía siga evolucionando de esta manera, el desafío será ayudar a los trabajadores a hacer la transición a la economía de servicios, sin la erosión de los beneficios y los salarios.
En el mundo en desarrollo, es posible que en ocasiones hayamos abierto nuestras economías demasiado rápido, usando laxos derechos laborales y baja protección ambiental como ‘ventajas competitivas’ que eventualmente se vuelven una carrera cuesta abajo. La volatilidad de los precios de las materias primas y los mercados financieros globales, que proporcionaron una mayor volatilidad en los mercados emergentes, hizo que los países más pequeños y ricos en recursos dependieran aún más de fuerzas que no podían controlar.
Hemos visto un rechazo contra el libre comercio sin restricciones, sin instituciones globales que lo regulen y gestionen sus efectos en los trabajadores. La hiperglobalización paga una prima a las necesidades de las empresas multinacionales, a menudo a expensas de los objetivos sociales.
Frente a esto lo que necesitamos es una combinación de apertura a la competencia global, política industrial inteligente y políticas comerciales que diversifiquen la economía, al tiempo que invierten en bienes públicos e instituciones.
En otro capítulo, usted comenta sobre la economía creativa, un aspecto que la Cámara está impulsado actualmente con diversas iniciativas. ¿Cuáles son las mejores prácticas para desarrollar este sector en economías emergentes como la boliviana?
El arte, la cultura y los atractivos naturales pueden ser industrias competitivas por sí mismas, además de un insumo importante para una industria turística de alto nivel. Estas industrias creativas no sólo hacen que los lugares sean más atractivos para el talento de alto nivel, sino también pueden aumentar el turismo, que puede ser una gran parte de la economía y una industria valiosa.
Los dólares que trae el turismo se incorporan rápidamente a la economía, proporcionan empleos para trabajadores poco calificados en hospitalidad y servicios, y es una industria que tiende a ser anticíclica, es decir generar empleos en tiempos cuando otras industrias se achican. La clave es centrarse en el turismo diferenciado y de alta gama alta, donde la cultura, la comida y el arte son los principales diferenciadores, en lugar de sólo precios más bajos.
Dada su experiencia profesional como también el conocimiento que tiene de Santa Cruz y Bolivia, ¿qué acciones deberían tomarse para que la región y el país puedan transitar por la senda del crecimiento y la diversificación?
Bolivia es un país dependiente de recursos naturales como el gas natural, que le ha permitido triplicar sus exportaciones. Sin embargo, este tipo de crecimiento es volátil, puesto que los precios varían continuamente, además que se requiere de cuantiosas inversiones en exploración y extracción, para lo cual las empresas interesadas en invertir requieren de cierto tipo de seguridad.
El país está agotando sus riquezas naturales, pero no ha generado la credibilidad institucional suficiente como para aumentar la inversión extranjera directa y traer consigo otro tipo de inversiones y conocimiento. Tampoco ha invertido suficiente para crear la capacidad de las empresas locales para que puedan competir globalmente.
La prioridad es diversificar la economía. El sector público puede continuar invirtiendo en reducir la pobreza y mejorar el bienestar social. Pero se debe también priorizar e invertir en las capacidades productivas del país, de tal modo que nuevas industrias no extractivas puedan desarrollarse, como también incentivar el emprendimiento.
Para ello, el sector privado también tiene que trabajar con las autoridades locales para construir esas capacidades, talento, infraestructura, investigación, de modo que Santa Cruz continúe siendo el motor de una empresa dinámica.
Desde el sector agrícola se podría avanzar hacia actividades de procesamiento agrícola, la manufactura avanzada, biotecnología o servicios industriales. La industria tiene que aumentar su productividad para competir, y la tecnología para hacerlo está más alcanzable que nunca. El objetivo debe ser crear negocios de clase mundial que puedan atender a los clientes más demandantes, y no solo la demanda doméstica.
El empresariado puede contribuir a estas capacidades, construyendo y respetando la institucionalidad, promoviendo la equidad de género, invirtiendo en talento a gran escala, importando tecnología, cooperando con otros líderes industriales para ingresar a nuevos mercados.
Nada de esto es fácil -más aun con el tipo de cambio sobrevaluado, los costos de la formalidad que aumentan cada día, los procesos burocráticos, y la lista sigue. Pero sí es posible, y lo he visto, desde Singapur, Medellín o Ruanda, el cambio es posible, y más con un grupo empresarial comprometido al desarrollo de largo plazo.
No hay razón para que Santa Cruz con su historia de dinamismo y actitud positiva, no pueda hacer que la contra corriente se convierta en una fuente de oportunidades.
Como dijo, Margaret Meade: “Nunca dudes que un pequeño grupo de ciudadanos comprometidos y pensantes puedan cambiar al mundo. Sin duda, es la única cosa que lo ha hecho”.
Perfil Marcela Escobari
Investigadora principal de Brookings Institution en Washington DC. De nacionalidad boliviana, tiene una carrera dedicada a cómo crear prosperidad para países y sus ciudadanos. Durante casi una década, se desempeñó como directora ejecutiva en el Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard. Durante su gestión el Centro logró un tremendo impacto, triplicando su tamaño con proyectos en 17 países de los cinco continentes.
También trabajó como jefa de la región de las Américas en el Grupo OTF (una división del Grupo Monitor), donde asesoró a los gobiernos sobre cómo aumentar la competitividad de las exportaciones y usar el sector privado para erradicar la pobreza. Comenzó su carrera como banquera de fusiones y adquisiciones en JP Morgan en Nueva York. El Foro Económico Mundial la nombró Joven Líder Global en 2013.
El desafío es hacer una metrópolis que sea polo de desarrollo en Sudamérica
Fernando Hurtado, presidente de CAINCO, en el marco del Foro Económico Ciudades Productivas, resaltó que hoy nuestra responsabilidad es construir una ciudad con los estándares del siglo XXI, una metrópolis que sea un polo de desarrollo en Sudamérica, donde realicemos nuestras actividades con proyección global y vivamos en un entorno acogedor, cercano y respetuoso con el medio ambiente.
El Foro Económico Ciudades Productivas estuvo marcado por las exposiciones de Tatiana Gallegos, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), quien enfatizó que la urbanización brinda tanto ventajas como desafíos. Apuntó a elevar la productividad de las ciudades latinoamericanas mejorando su infraestructura, pero sobre todo mediante una buena gobernanza que permita construir metrópolis consolidadas, armónicas y sostenibles de forma planificada.
Asimismo, Juni Zhu del Grupo del Banco Mundial, resaltó que el ámbito de competencia mundial se da a nivel de ciudades, donde prima un cambio en la forma de hacer las cosas, en especial por la digitalización. Indicó que este trabajo se puede hacer de forma cooperativa al interior de las ciudades mejorando lo que se hace actualmente y aprovechar las ventajas competitivas.
Por su parte, Pablo López de CAF-Banco de Desarrollo de América Latina, ponderó la diversidad de las experiencias urbanas en la región, señalando que las ciudades deben transitar por una senda de expansión urbana planificada, con adecuada movilidad y sostenibilidad. Fue enfático en la necesidad de pensar en la inclusión social y de género.