La economía creativa es un sector con mucho potencial en Bolivia. Significa aproximadamente el equivalente entre el 1 y 2% del Producto Interno Bruto en Bolivia y alrededor del 2,27% del consumo del año 2017.
El famoso pintor español Pablo Picasso una vez dijo “Todo niño es un artista, el problema es mantenerte como artista cuando creces”. En esta frase, refleja la realidad de muchos creativos y artistas en Bolivia. La creatividad es una característica intrínseca del boliviano, y si se desarrolla a través de actividades que generen empleo puede ser un factor “clave” para el crecimiento del país.
En un mundo en el que la globalización y la tecnología está cambiando el mercado laboral, de tal manera que muchos empleos han evolucionado o tienden a ser reemplazados por la tecnología, la creatividad es una característica humana que no podrá ser sustituida fácilmente por algoritmos. Un sector que cubre desde los creadores de videojuegos hasta los arquitectos, tiene como principal protagonista al ser humano y genera, a través del empleo, negocios inclusivos y que no responden (al igual que otros sectores) a los bruscos cambios de los precios internacionales.
La economía creativa o economía naranja, es un concepto nuevo, fresco y que ha sido resultado del trabajo de investigadores del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) entre quienes se encontraba el actual presidente de Colombia, Iván Duque.
Se define como “el grupo de actividades a través de las cuales las ideas se transforman en bienes y servicios culturales y creativos, cuyo valor está o podría estar protegido por derechos de propiedad intelectual”[1]. Este sector, es un contribuyente neto que en importancia equivale a la fuerza laboral de Uruguay o la de Costa Rica.
En Bolivia, el sector está cada vez más incrementando su importancia, y para medir este factor el Centro Boliviano de Estudios Económicos y la agencia de innovación Santa Cruz Innova realizaron un estudio para medir el aporte del sector al Producto Interno Bruto y explorar los factores que determinan su consumo. Para realizar esta medición se utilizaron datos de la Encuesta de Hogares realizada por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) en el año 2017, en la que incluyeron variables relacionadas al sector de la danza, los espectáculos musicales, el teatro, la compra de libros e incluso la participación en fiestas características de Bolivia, como son las fiestas patronales y el carnaval.
Entre los principales resultados que arrojó el estudio, se observa que el sector generó en ventas en esta gestión aproximadamente 3.936 millones de bolivianos, lo que en dólares estadounidenses equivale a 565 millones. Esta cifra representa aproximadamente el 2,27% del consumo del país en esta gestión y significó alrededor de 1,52% del Producto Interno Bruto del país. Los subsectores con mayores niveles de ventas son el sector del cine, las fiestas patronales y la lectura de libros.
Determinantes del consumo
Al igual que la demanda de otros sectores, la demanda de bienes y servicios del sector creativo y cultural tienen ciertos factores que determinan el mayor o menor nivel de consumo por parte de la población.
Para este análisis se observa qué tan probable es que una persona demande ciertos bienes o servicios del sector de acuerdo con su perfil, es decir, edad, género y nivel educativo, entre otros.
Un factor clave es la tradición, que en Bolivia se puede ver como mayor fuerza en el consumo de fiestas patronales y el carnaval. Las fiestas patronales tienen mayor probabilidad de consumo en zonas rurales y por parte de las mujeres. Mientras que el carnaval, tiende a ser una actividad con mayor probabilidad de demanda en zonas urbanas y por parte de los varones. La producción de artesanías, por su parte es un sector con mayor probabilidad de demanda entre las mujeres, pero en zonas urbanas.
Un segundo factor interesante es la estructura familiar. Observando, por ejemplo, el estado civil de las personas, podemos ver que existen distintos intereses relacionados a los mismos, la asistencia a fiestas patronales tiene mayor probabilidad de consumo en personas casadas o en pareja, mientras que la asistencia como espectador al carnaval tiene mayor probabilidad en personas solteras. El cine muestra un factor interesante ya que revela que hay mayor probabilidad de consumo en personas divorciadas y solteras, lo que refleja a la vez una necesidad de oferta de estos servicios en paquetes familiares, ya que tal vez así sea más accesibles a grupos familiares.
Un tercer factor observado es la edad de los consumidores, el consumo por ejemplo de platos típicos en el país centra mayor atención entre los 36 y los 45 años.
Un cuarto factor que es significativo en varios campos del consumo de la economía naranja es el grado de educación, lo que indica que mayores niveles de educación incrementan la probabilidad de consumo. Y finalmente, aunque la evidencia no muestra un efecto importante del factor ingreso, su efecto se manifiesta indirectamente mediante la educación.
Es necesario comentar que el potencial de este sector es realmente alto, dado las características de la variedad y riqueza cultural que tiene Bolivia y de la fuerza laboral bastante joven que tiene el país. Por lo tanto, el potenciamiento del sector podría fomentar el crecimiento económico dado que ayudaría a la diversificación productiva fomentando, por ejemplo, el desarrollo de subsectores como la venta de software y videos, de alta demanda a nivel internacional.
Por otro lado, desde CAINCO el Foro de Economía Naranja pasado, ha sido el primer paso en un conjunto de actividades a realizarse para apoyar a este sector de gran potencial, que sin lugar a dudas puede llegar a generar mayores fuentes de empleo, a través del fomento de nuevos emprendimientos creativos e innovadores, con el objetivo de convertir la creatividad del talento boliviano en Producto Interno Bruto.
[1] Banco Interamericano de Desarrollo