Con el objetivo de que las empresas incrementen sus niveles de innovación, CAINCO a través de la agencia de innovación Santa Cruz Innova, realizó el taller Desing Thinking de la mano del experto internacional Alex Blanch.
Design Thinking es un método para generar ideas innovadoras y así dar soluciones a los usuarios de algún servicio o producto. Es una metodología de gran utilidad, cada vez más utilizada por organizaciones innovadoras para desarrollar productos y soluciones exitosas gracias al conocimiento que se tiene de los usuarios y a la formación de equipos multidisciplinares, que ofrecen diversos puntos de vista durante el diseño de los mismos.
En ese sentido es que la agencia de innovación de CAINCO, Santa Cruz Innova, organizó el Taller de Desing Thinking con el experto español Alex Blanch, quien desde hace casi 20 años se focalizó en este tema aportando de manera importante al desarrollo de esta metodología y su implementación en empresas y universidades. En ese sentido, este taller estuvo dirigido a empresas de todos los tamaños (pequeñas, medianas y grandes) que buscan alternativas para innovar y generar mayor valor agregado a su negocio y aportar a la sociedad con productos y servicios que mejoren la calidad de vida.
Blanch fue cofundador de Sound Colours, estudio dedicado al diseño de sonido con clientes como Porsche, Lada, el Ayuntamiento de Barcelona, entre otros. Entre 2002 y 2007 forma parte del equipo de diseño y del primer Comité Ejecutivo de Premio al Diseño INDEX, con el lema “Diseño para la mejora de la vida”. En 2003 se traslada junto a Laura Novik a Chile, donde dirige la escuela de diseño de la Pontificia Universidad Católica de Chile hasta 2006 para desarrollar su nueva carrera de Diseño. Asimismo, es cofundador en 2007 de la consultora Blink Design, dedicada a los estudios de tendencias y consultoría al desarrollo de emprendimientos creativos. Blink Design promueve Raíz Diseño, plataforma del diseño de autor y el consumo ético en Latinoamérica, y que fomenta redes productivas basadas en el diseño de la región. Desde 2007 desarrolla actividades académicas y profesionales en casi toda la región latinoamericana y Europa. Actualmente desarrolla y dirige la nueva carrera de Diseño en la Universidad de San Andrés, Argentina.
Con esa experiencia, Alex Blanch nos habla sobre el Design Thinking, que se ha erigido en los últimos tiempos como herramienta de gran utilidad enfocada a fomentar la innovación en las organizaciones de una forma eficaz y exitosa. Esto se debe a que, gracias a su aplicación, se generan importantes beneficios en el diseño de soluciones, permitiendo a las empresas obtener mejores resultados.
¿Qué es el Design Thinking y cómo funciona?
El Design Thinking es una metodología de trabajo que consiste fundamentalmente en fomentar el pensamiento lateral o pensamiento alternativo, por un lado, y ordenar el desorden que se produce alrededor de la creatividad, por el otro.
La creatividad no es lineal, se dispara en todas direcciones, entonces para lo que sirven estas metodologías de Design Thinking (porque no hay una, hay varias), es para intentar encausar todo este cierto desorden o caos hasta llegar en el tiempo más corto posible a una propuesta de proyecto o solución a un tema de la manera más rápida y eficiente posible.
En Design Thinking la clave es pensar distinto, y al mismo tiempo tener en cuenta desde el primer minuto a la gente, es decir a quien va a usar ese proyecto o producto.
¿Funciona para cualquier rubro?
Sí en principio. Porque como lo que hace es fomentar el pensamiento lateral y ordenar la confusión, en principio cualquier proceso de innovación, creativo o disruptivo requiere del pensamiento lateral y de manejarte en la confusión del cambio. Entonces, en principio sirve para cualquier cosa.
¿Cuál es la salvedad? La salvedad es que, si no conoces el medio en el que estás aplicando la metodología del Design Thinking, te puedes perder. Por ejemplo, si estás diseñando un gran sitio web y no conoces el material o el contenido de esa web, puedes tener todo el pensamiento lateral posible y, en primera instancia, vencer la confusión de plantear un concepto nuevo, pero después no lo vas a poder aterrizar en una realidad. Entonces, requieres manejarte en este concepto del Design Thinking pero al mismo tiempo requieres competencias para que después, a la hora de implementar el proyecto, puedas aterrizarlo o materializarlo de una manera efectiva.
Cualquier idea tiene que aterrizar y para eso necesitas competencias sobre la materia misma, o el sistema industrial en el sentido más amplio posible.
¿Cuál es la fórmula del Design Thinking?
Una cosa es la metodología misma del Design Thinking tal cual se conoce universalmente, que es fundamentalmente la de Stanford. Hay otras que son parecidas pero que no son exactamente lo mismo.
En la universidad de San Andrés, que es donde yo desarrollo la carrera de diseño, también utilizamos una metodología a la que subyace el mismo concepto de empatizar, hacerte cargo del público, pensar estratégicamente, de idear propuestas determinadas, crear prototipos, hacer testeos, es decir ponerlo a consideración del público. Hacemos eso, pero con un procedimiento que no es de 5 pasos, sino de 8 pasos. Ahora, yo en particular, tampoco trabajo así.
¿Es decir que se puede ir adaptando la metodología según las necesidades?
Claro. Y hay que tratar de distinguir entre lo que significa poder enseñarle a alguien un determinado proceso de pensamiento lateral y otra cosa es ejercerlo en la práctica.
Ojalá que de este método uno pueda aprender a salirse del camino, pero ojalá también uno a partir de las habilidades y capacidades que tiene vaya aprendiendo cómo hacerlo de manera óptima, desde su propia manera de hacer, eso sería lo ideal. Dicho de otra manera, si te planteas el método del Design Thinking como una receta que tiene cinco pildoritas que te las tomas cada 8 horas, porque así te harás creativo y sacarás un proyecto… estas equivocado. Esto no funciona así.
¿Cómo podemos fomentar la introducción de estas herramientas de innovación en las empresas?
Es una tremenda dificultad. Para empezar ya lo individuos somos reacios al cambio, por mucho que trabajemos en temas de innovación. El simple hecho de cambiar el hábito del desayuno nos cuesta.
En una organización donde intervienen muchos individuos, donde se tiene que operar con mucho consenso, con muchas negociaciones, esto es especialmente difícil, y sobre todo cuando los volúmenes de riesgo son muy altos.
Yo creo que la única opción que hay es introducir cambios en los patrones mentales, y esto pasa por aceptar que puede haber otras maneras de hacerlo. Desafortunadamente, en organizaciones muy cristalizadas, muy organizadas o muy verticales, el flujo de decisiones va de alguien que manda, a alguien que obedece; por suerte se están creando cada vez más empresas abiertas donde se rompen las jerarquías, como Google o Apple, que fueron pioneros, donde parten de un principio fundamental: no por cobrar más y ser más jefe, a ti se te va a ocurrir una mejor idea. La mejor idea sale de quien la tuvo, y es una pena desaprovecharla por el hecho de que alguien no tenga el estatus que tiene otro.
Si se consigue que más allá de los sueldos y los cargos, independientemente de las jerarquías, se establecen diálogos horizontales, abiertos, sinceros, dentro de los cuales la gente pueda hablar con confianza y expresar ideas con confianza, este tipo de procesos se puede implementar y pueden alimentar la institución. Al final todos terminan ganando.
¿Cómo se beneficia una empresa que logra llevar adelante estos procesos creativos?
Si lo hace bien, casi siempre se beneficia en crecimiento.
No tengo estadísticas a mano, pero sí está comprobado que las empresas que utilizan el Design Thinking crezcan más que las empresas que no lo usan.
Pero en la actualidad no se trata solo de crecimiento económico. Las cosas no solo se miden por dinero, sino también por impacto social, por sustentabilidad (modelo de negocio a largo plazo), sustentabilidad medioambiental, sustentabilidad por el sistema organizativo, etc. Entonces, trabajar en los términos que mencionábamos antes, hace que la empresa se pueda beneficiar con la retención de talento. Por ejemplo, optimizar procesos que a veces son muy muy pequeños, cuando se van sumando, a la larga las empresas terminan teniendo beneficios muy grandes.
Pero para mí, antes de esto, es importante el consolidar los equipos de trabajo. El trabajo colaborativo hace que las empresas operen de otra forma, que tu como jefe tengas que ocuparte de otra manera de la gente con la que trabajas.
¿Qué otros factores son importantes en el proceso de Design Thinking?
Cuando se habla de Design Thinking se habla de pensamiento lateral, se habla del usuario, pero una cosa de la que no se habla tanto y que es fundamental en la innovación, es de la capacidad de anticiparse.
En el taller impartido estos días, se trabajó la “construcción de escenarios”, que va precisamente en esta línea. Es tener la capacidad de olfatear por dónde van a ir las cosas, que incluso puede sonar menos profesional en el mundo ingenieril. Sin embargo, Steve Jobs por ejemplo nunca hizo un estudio de mercado, él trabajó siempre por intuición. Sobre la base de observar de manera inteligente los indicios de qué cosas están ocurriendo ahora y que van a tener más incidencia en un futuro; o sobre la base de lo que ahora no está, si introduciéndolo, vas a tener una ventaja competitiva clave o no.
Lo más difícil aquí es el miedo ante algo que parece una intuición. Y por eso el Design Thinking es importante, porque sirve para moderar el riesgo, por un lado, pero también para entrenar esta mirada anticipativa. El pensar qué es lo que va a ser más importante, de lo que tenemos ahora que va a ser más importante, o de lo que no está, pero que podría estar, puede ser la diferencia en los escenarios de consumo.